A ningún docente le es ajeno el tema de la convivencia escolar. Día a día dentro del aula nos vemos enfrentados a diversas actitudes y acciones de nuestros estudiantes, que nos dejan, en algunas ocasiones, sin saber cómo responder a éstas.
Es ahí donde surge la importancia de formar en nuestros alumnos habilidades socio afectivas que les permitan comportarse dentro de un marco de convivencia.
¿Cuáles son las habilidades socio afectivas?
1. Enfrentar y resolver conflictos de manera pacífica.
2. Mantener buenas relaciones interpersonales.
3. Comunicar asertivamente nuestros sentimientos e ideas.
4. Tomar decisiones responsables.
5. Evitar conductas de riesgo.
Habilidades como éstas se aprenden y se desarrollan; y van evolucionando a lo largo del tiempo. Es por esto, que no es posible enseñarlas o desarrollarlas de una vez, sino que, al igual que las habilidades intelectuales, requieren de estimulación continua que les permita ir evolucionando a etapas de mayor desarrollo.
Al igual que las habilidades intelectuales (por ejemplo, de razonamiento matemático, de comprensión lectora, etc.), las habilidades emocionales, sociales y éticas también se desarrollan, por lo que requieren de una formación y estimulación intencionada y gradual, para alcanzar los niveles de logro esperados.
Sin embargo, el gran desconocimiento que existe en relación al desarrollo de estas habilidades y las maneras de estimularlas, ha influido en una cierta desvalorización de la importancia de formarlas en la escuela. Y es que pese a que la gran mayoría de los profesores reconoce que es relevante su formación, en las prácticas educativas suele ser una preocupación que queda invisible tras otras actividades que se plantean como más prioritarias.
En esta dirección, se ha estudiado que el formar en habilidades socio afectivas tiene un profundo valor al ofrecer el desarrollo de herramientas que permitan a los niños y adolescentes desenvolverse, relacionarse mejor, y tomar decisiones de acuerdo a sus prioridades valóricas, en un mundo cada día más complejo y lleno de mensajes valóricos contradictorios.
Estudios demuestran cómo, además de promover la salud mental y bienestar personal, beneficia el desarrollo ético y ciudadano, la prevención de conductas de riesgo, mejoras sobre el ambiente y clima escolar, y aumento de la motivación de logro y del aprendizaje académico, entre otras.
¿Cómo trabajar estas habilidades?
Para estimular en nuestros estudiantes las habilidades antes mencionadas, se deben seguir ciertos pasos para liderar un camino efectivo de formación.
1-. Se requiere un equipo encargado de: diseñar, planificar, coordinar y liderar las medidas a implementar con relación a la formación socio afectiva y a la promoción de una nueva forma de convivencia.
2-. Idealmente, este equipo debiese estar compuesto por el inspector, el orientador, el jefe de UTP, y un profesor elegido por la comunidad docente.
3-. Entre las tareas que se vuelven necesarias que este equipo realice, estaría la revisión y actualización del Proyecto Educativo Institucional (PEI) del colegio, introduciendo palancas claves en él para posibilitar y explicitar la búsqueda de una convivencia democrática y formativa. El diseño de un currículum formativo secuencial e intencionado, integrado al PEI, que articule los distintos programas formativos del colegio y la revisión y mejoramiento del Reglamento de Disciplina o Manual de Convivencia del colegio, con el fin de generar un sistema de procedimientos para la resolución de conflictos que permita resolver con oportunidad y justicia los conflictos individuales o colectivos que se presenten, así como contribuir al aprendizaje de la convivencia en paz.
4-. Desarrollar la alianza familia- escuela: siendo la familia un factor reconocido como central en la formación socio afectiva, se hace necesario atenderla como factor estratégico. La propuesta es aprovechar los actuales espacios escolares de reuniones de apoderados, entrevistas con profesor jefe, eventos escolares (cuentas anuales; ceremonias) con un enfoque de diálogo colaborativo, y con el foco en el apoyo en la visibilización y eventualmente, en la formación en aquellos aspectos en que se han visto empíricamente como factores de la familia que afecta los logros académicos. Además de incluirla como actor contribuyente y efectivo a la comunidad curso.
En particular, se ha observado que cuando los niños desarrollan estas habilidades, y son educados en un medio ambiente que estimula su desarrollo y su bienestar personal y social, van a estar más motivados y mejor equipados para:
• ser estudiantes efectivos y exitosos
• alcanzar buenos logros académicos
• reconocer y manejar sentimientos que afectan su desempeño (como la frustración, el estrés, la rabia y la ansiedad)
• promover el logro de sus objetivos y metas personales y académicas
• persistir ante las dificultades, superar los obstáculos
• tener y mantener buenas relaciones interpersonales
• trabajar colaborativamente
• enfrentar y resolver conflictos o problemas de manera pacífica y justa
• desarrollar autodisciplina y manejar su conducta en contextos diversos
• reconocer y actuar a favor de sus derechos y de los demás
• comprender y valorar las diferencias y semejanzas entre las personas, respetando los derechos de los demás a tener creencias y valores diferentes de los propios.
• tomar decisiones responsables, evitando conductas de riesgo
Las emociones y relaciones afectan cómo y qué se aprende, y cómo se usa lo que se aprende en la escuela, en la familia, con los amigos y otros contextos. Las emociones pueden ayudar a generar un interés activo en el aprendizaje y a sostener el compromiso y motivación hacia éste. Por el contrario, un estrés no manejado, una pobre regulación de los impulsos o la incapacidad para regular emociones, pueden interferir en la atención y la memoria, y contribuir a comportamientos que perjudican el aprendizaje, y poner a los niños en situación de riesgo escolar.
Por Claudia Romagnoli. Extracto del Documento Valoras UC “¿Qué son las habilidades socioafectivas y éticas?”.